jueves, 14 de febrero de 2013

Carta de una joven de 15 años a Nicolás Maduro, gobernante de Venezuela

Esta carta la entregó en el despacho de Nicolás Maduro Ivana Simonovis, de 15 años. Es la hija de Iván Simonovis, preso político de Hugo Chávez desde el 2004. El ex-comisionado de la Policía Metropolitana de Caracas fue condenado a 30 año de cárcel por la muerte de manifestantes en los sucesos de abril 2002, en los días de enfrentamientos callejeros entre manifestantes en contra y en pro del golpe de Estado contra Hugo Chávez. Nunca se ha comprobado la responsabilidad de Simonovis. Más bien todo indica que las muertes de los manifestantes anti-chavistas fueron provocadas por francotiradores chavistas.
Nicolás Maduro ya rechazó la solicitud de Ivana de interceder por su padre y facilitarle acceso a atención médica.

Señores del EstadoVenezolano:
Esta es la segunda vez que les escribo. No me da pena insistirles. El dolor puede más que la pena. Les juro que ya no puedo más. Ya me cansé de llorar. Estoy agotada. Quiero pedirles de nuevo un poco de clemencia. Ya mi papá, Iván Simonovis, y todos nosotros, su familia, hemos sufrido demasiado. Sufrir cansa. Llorar cansa. Extrañar al padre de uno cansa. Siento que soy demasiado joven para estar tan cansada. Me parece injusto que la política me arruine la vida. Todos los días me asomo con susto en el espejo, porque siento que tengo canas en mi cabello. No las veo, pero las siento. Y tengo 15 años. Es muy rara esta sensación. Ya mi sonrisa no es la que sale en las fotos de los álbumes de la familia. Mi sonrisa se quiebra a cada rato, como una galleta. Porque así están los huesos de mi papá. Se han vuelto una galleta por tanto encierro, por tanto no moverse, por tanta sombra. Por favor, les pido, devuélvanle el sol. Devuélvanle un poquito de vida. Ya bastante ha pagado lo que Uds. consideraron que debía pagar. Su salud esta tan deteriorada que tengo miedo –mucho miedo– de que mi papá termine paralítico, en una silla de ruedas. Y más así. Solo. Sin su gente, sin los únicos brazos que lo pueden abrazar.

Mi papá no está nada bien. Su columna está demasiado frágil. Se puede romper sola, sin que nadie la toque. Sus huesos, dice el médico, tienen la edad de un anciano. Sus huesos ya pagaron el doble del tiempo de su condena. Su ánimo también. Y su familia. Sea justa o no su prisión, creo que ya todo es demasiado. Ya todo se ha vuelto inhumano, cruel, excesivo. Señores del Estado Venezolano, una medida humanitaria como la que les pido sería un gesto noble, necesario, hermoso. Un gesto importante en estos tiempos tan duros. Estoy tan agotada del odio de parte y parte. Creo que muchos estamos así. Un gesto de nobleza no les va a hacer perder nada de lo que tienen y, en cambio, los hará más humanos. Quiero volver a tener 15 años y un padre a quién abrazar.

No tengo más argumentos. Solo un exceso de dolor. Gracias. Ivana Simonovis
(Más!/EDH)