sábado, 24 de octubre de 2009

Carta a Carlos Cáceres, ministro de Hacienda

Estimado señor ministro:

permítame una pregunta: ¿Realmente piensa que con cobrarles IVA a los meseros puede sacar adelante las finanzas públicas?

Suena bien el discurso de Ustedes: “Vamos a combatir la evasión. Se terminan los privilegios de los ricos que no han pagado sus impuestos.”

Y cuando al fin hay que hablar a calzón quitado, usted sale con una gran idea: “Vamos a ponerle IVA a las propinas que reciben los meseros...”

Quiere decir: Usted come en un restaurante, le sale una factura de 10$ + propina = $11.00. Un dólar para el mesero. Viene usted con su reforma fiscal y le quita al mesero 9 centavos.

¿Y con estos centavos piensa financiar el hoyo fiscal del gobierno? ¿Así piensa castigar a los evasores? ¿Los evasores son los miles de meseras, meseros, cocineras, cocineros que con las propinas convierten su salario en un ingreso decente?

Donde yo conozco, un mesero tiene un salario de, digamos, $250 al mes. Con propinas logra duplicar el salario. Para esto trabaja duro todas las noches. ¿Este es el perfil del evasor de impuestos? ¡No sean ridículos! Vayan a buscar donde realmente hay contrabando o evasión. Cierren los megahoyos en el ‘comercio informal’ que mueve millones. Pero los meseros, ¡no me jodan!

Sabe qué, ministro: Le invito a comer para que explique a las meseras que nos atienden su brillante plan de usar las propinas para salvar al país...

Saludos, Paolo Lüers

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jueves, 22 de octubre de 2009

¿Ovejas todos?

Como dice el dicho: “No es lo mismo verla venir que platicar con ella”. Era obvio que la cúpula del orteguismo estaba calculando las opciones a las que podrían recurrir para lograr superar los obstáculos que inhibían la reelección de Daniel Ortega. La manera en que se sacaron la solución de la manga, sin embargo, fue tan fulminante y tan absolutamente indiferente al precedente que sienta, que uno no puede menos que recordar esa entrevista de Tomás Borge, donde dijo que a ellos no les importaba pagar cualquier precio con tal de mantenerse en el poder. Claro que el problema de fondo no es el precio que pagan ellos, sino el que nos toca pagar a todos los nicaragüenses.

La acción perpetrada por los magistrados danielistas el lunes, a las 5 de la tarde, es a mi juicio, la culminación del proceso de desmantelamiento del Estado y sus poderes. Se ha cercenado de un plumazo el papel moderador y mediador de las instituciones esenciales para el ejercicio de la democracia. Para todo propósito práctico, el Estado ha quedado reducido a un instrumento del Presidente, que es quien ordena y manda en todas sus instancias. Que algo tan fundamental como la restitución de la reelección presidencial se pueda lograr con una orden de Ortega a los magistrados, significa que éste bien puede decir, como Luis XIV: “El Estado soy yo”. Aunque vale decir que Daniel se le fue arriba a Luis XIV porque este nuevo monarca criollo nuestro, no sólo piensa que es el Estado; también considera que es el pueblo y es de allí de donde saca la justificación que le permite pensar que todo cuanto hace es justo y necesario.

Precisamente allí radica el daño y el precedente nefasto que nos está legando en su afán por imponer su visión de país. Y es que un sistema que depende absolutamente del arbitrio de un gobernante y que carece de los mecanismos para contrarrestar los errores o desviaciones en que suele caer quien ostenta un poder sin límites, deja de lado los derechos de todos los ciudadanos y los convierte en resignado y obediente rebaño. Habrá ovejas dóciles y ovejas negras; unas comerán pasto y gozarán de sombra y las otras quedarán agrupadas en el corral de “los malos”; pero al final, obedientes y rebeldes quedarán reducidas al papel de rebaño.

Así estamos entonces. Cuélguese cada quien su campanita y salude el advenimiento del total absolutismo. Lloremos como cobardes, lo que no hemos sabido defender como valientes.

(El Nuevo Diario, Managua/Nicaragua)

Carta a Manuel Melgar, ministro de Seguridad

Estimado Manuel:

hoy te vi en TCS en Jorge Hernández. No me convenciste. Por nada. Trataste de explicar por qué ni vos ni tu presidente pusieron la cara el lunes cuando la gente estaba tan angustiada por la supuesta amenaza de los pandilleros que la ciudad se paralizó.

Dijiste que sólo era un rumor. Echaste la culpa a los medios, como siempre. Pero no importa si era cierto o no, y no importa quien tuvo la culpa, era un hecho real que la gente estaba paralizada de miedo. No sólo la gente, también el transporte, el comercio, la ciudad. En esta situación, el gobierno tiene que poner la cara y actuar.

Quien calla, otorga. Quiere decir, otorga credibilidad y autoridad a los pandilleros. El presidente dijo ayer: “Sólo yo puedo decretar un toque de queda”. Cierto, teóricamente sí. Pero las maras decretan toque de queda todos los días en muchas colonias. Igual es cierto que sólo el gobierno puede cobrar impuestos. Pero la verdad es que miles de gente, que nunca han pagado impuesto al Estado, todos los días pagan impuesto a las maras.

Decirnos que sólo el gobierno tiene derecho de imponer impuestos y toques de queda, es una burla. Y decir que los medios tienen la culpa que la gente siente miedo, es el colmo. La gente tiene miedo, porque no siente que el gobierno la protege.

Saludos, Paolo Lüers

PS: Sos la persona que más cartas lleva. ¿Por qué será?


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Sueño realista

¿Quién dice que en El Salvador no se puede crear una industria de cine y televisión y convertir el país en locación de producciones internacionales? Maquila, tal vez, pero de alto nivel técnico-creativo y con miles de puestos de trabajo calificados.

¿Quién dice que no podemos lograr que El Salvador sea conocido en el mundo, ya no por la guerra civil y la mara Salvatrucha, sino por la calidad de nuestra Compañía Nacional de Danza, de nuestros diseñadores y de nuestras películas?

Quien se plantea metas chicas y pobres, se quedará chico y pobre. Hay que tener sueños y hacerlos realidad.

Arturo Menéndez tuvo el sueño de hacer cine. Muchos se rieron de él. Otros le dijeron que para hacer cine mejor vaya adonde hacen películas. Pero el sueño de Arturo era hacer cine en El Salvador, sobre El Salvador, para El Salvador. Escribió un guión para un cortometraje y lo mandó a la Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlin.

Entre cientos de guiones, Cinema Libertad, de Arturo Menéndez, fue seleccionado para entrar, junto a 14 otros proyectos de cineastas de todo el mundo, en la competencia para talentos jóvenes llamado "Berlinale Talent Campus". En la página WEB de la Berlinale, Arturo se presenta así: "Me gusta verme como alguien que nunca se cansa de soñar. Soy un soñador que trabaja para realizar su sueño".

Trabajó duro y lo realizó: Cinema Libertad está ya en las pantallas. En Berlín no logró estar entre los cinco cineastas a los cuales el festival financia la producción de sus películas. Terminó en sexto lugar. Pero no se rindió. Regresó a San Salvador y buscó el dinero y el equipo de profesionales para hacer Cinema Libertad. A diferencia de las cinco películas financiadas por la Berlinale, Cinema Libertad ya está terminada. A partir del viernes 23 se estrena en Cinépolis Galerías.

¿Cómo se hizo realidad el sueño de Arturo? Por una razón: porque el sueño de él -–la idea de una película sobre dos niños que en el Cine Libertad, convertido en asilo de desamparados y desesperados, usan un rayo de luz para proyectar figuras e historias-- era tan lindo que contagió a dos productores: Carlos Figueroa y Xaviere Rosales, que también son capaces de soñar, pero sobre todo son capaces de rebuscarse y ganarse la vida con la producción de cosas muy pedestres como anuncios, reportajes, videos promocionales. Su receta: hacerlo bien, hacerlo de manera profesional.

Cuando Arturo les pide apoya, le dicen: Mire papito, la única forma de hacer esta babosada es hacerlo de manera profesional. Si pides a todo el mundo que te ayude por el amor al arte, te lo van a hacer, pero va a salir otra película "amateur", de buenas intenciones. Si querés hacer algo profesional, hay que trabajar de manera profesional: contratar, exigir calidad y pagar. Así de simple.

Y así trabajaron. Cinema Libertad fue producido como cualquier proyecto profesional y comercial. Y por primera vez sale un producto que ya no es expresión de buenas intenciones, sino de capacidad profesional de realización de cine.

Con Cinema Libertad Arturo Menéndez y los productores de Cinema Libertad han mostrado que en El Salvador se puede hacer cine cuando se aborda con profesionalismo. Escrito con poesía, producido con sentido de realismo, esta es la receta de Cinema Libertad. Es la receta de hacer cine en todo el mundo. No hay otra.

Ya estábamos cansados de ver intentos de hacer cine salvadoreño que queda en buenas intenciones. Ya estábamos cansados de la complacencia paternalista con el cine mal hecho. Ya estábamos cansados de los cineastas (y otros artistas) llorones que siempre encuentran razones de por qué aquí no hay condiciones para producir: porque el Estado no los apoya, porque no hay dinero, porque las salas de cine no se les abren.

Gran paja. En ninguna parte hay condiciones, apoyo y dinero para películas mal hechas. Si el producto es bueno, también es competitivo. Por eso Cinema Libertad se ganó el apoyo de la Secretaría de Cultura, de los medios, de los productores, de los actores, y ahora le abrieron las puertas de Cinépolis.

(El Diario de Hoy)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Dudas sobre Cuba

(Reproducimos un editorial de El País sobre la visita del cancillero español en Cuba. El título correcto sería: Dudas sobre España)

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha declarado que todos los objetivos de su nueva visita a Cuba han sido cumplidos. Faltaría por saber, sin embargo, cuáles eran esos objetivos. Porque lo que el ministro asegura haber obtenido podría no justificar, por sí solo, el viaje a la isla de un miembro del Gobierno español.

Da la impresión de que la apertura de una interlocución al máximo nivel con el régimen castrista no habría servido para ampliar el margen de maniobra diplomático, sino para estrecharlo: si en su anterior visita, el ministro y su delegación estuvieron en condiciones de mantener un contacto con la disidencia, en esta ocasión se han visto obligados a renunciar a cualquier gesto. Y por lo que respecta a las relaciones bilaterales, la delegación española se habría conformado con jugar en el terreno que la parte cubana mejor maneja, anegando la agenda de problemas muchas veces creados de manera artificial para evitar el diálogo sobre las cuestiones decisivas.

La liberación del disidente Nelson Alberto Aguiar Ramírez, además de un empresario español, con que Raúl Castro quiso gratificar la visita del ministro español es una gran noticia desde el punto de vista humanitario. Desde el punto de vista político, sin embargo, podría no ser otra cosa que la repetición del implícito chantaje al que el castrismo pretende someter a sus interlocutores internacionales. Si éstos ponen el acento en las exigencias de democratización, deben abandonar cualquier esperanza de obtener medidas de gracia para los presos políticos, y viceversa. Por eso es discutible la afirmación del ministro Moratinos en el sentido de que la liberación de Aguiar Ramírez sea la prueba de que su estrategia está dando resultados. Lo que tal vez demuestre es que, con visitas como ésta, el régimen cubano está en mejores condiciones de volver por donde solía.

Moratinos anunció su voluntad de trabajar para que la Unión Europea abandone su actual política hacia Cuba. Se trata, sin duda, de una política equivocada. Pero el problema consiste en sustituirla sin que el régimen cubano pueda obtener beneficios del cambio y sin que, por otra parte, los socios europeos se sientan instrumentalizados por los intereses de España. Esta visita no sólo no ha contribuido a alcanzar estos dos objetivos, sino que podría haberlos complicado un poco más.


(El País, Madrid)

La tentación de Álvaro Uribe

Hace medio siglo, cuando las guerras sin fin terminaron de desgarrarle las entrañas, se instaló en Colombia una paz que parecía por fin inquebrantable.

Después de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, un pacto de paz permitió que el partido Liberal y el Conservador se alternaran en el poder durante 16 años. A partir de esa tregua, que empezó en 1957, la democracia colombiana se volvió estable y previsible.

En 1991, cuando era ya evidente que el narcotráfico tejía los hilos de la política y tendía a imponer a sus hombres en el poder, la Constitución fue reformada para impedir la reelección del presidente por un segundo periodo de cuatro años. Fue un triunfo importante para el buen resguardo de las instituciones y para evitar que la corrupción siguiera entrometiéndose en los asuntos públicos.

El liberal César Gaviria dio una lección de dignidad cívica al negarse a ser reelegido en 1995 pese a su decisiva popularidad. Había impulsado la Constitución de 1991 y le pareció que era su obligación dar el ejemplo.

Dos periodos más tarde, el ex liberal Álvaro Uribe Vélez aplastó a la guerrilla, acorraló a los carteles de Cali y Medellín y consiguió extraditar a decenas de jefes narcos. Sabía que a nada temen tanto los narcotraficantes como a ser juzgados en Estados Unidos, donde los esperan carceleros indiferentes a los sobornos y a las amenazas.

La sensación de paz se adueñó de Colombia y el éxito de las políticas conservadoras de Uribe hizo crecer su nombre en las encuestas. Continuar en el poder se convirtió para él en una tentación irresistible. Quienes lo cortejaban insistían en lo de siempre: que el presidente necesitaba más tiempo para completar su obra. Una reforma legislativa le permitió ser elegido por segunda vez.

Ahora, un "referendo popular reeleccionista" aprobado en el Congreso por abrumadora mayoría lo autoriza a presentarse como candidato para un tercer periodo. Hay plazo formal hasta el 30 de noviembre para que Uribe anuncie si eso es lo que lo quiere. Vaya si lo quiere.

Vea el artículo completo en EL PAÍS

Muy listo el alumno

El gobierno sandinista de Nicaragua acaba de dar otra muestra de fidelidad al guión establecido por el Socialismo siglo XXI y ya tiene su candidato oficial para las elecciones del 2011. ¿Esconden los sandinistas algún gallo que dé la sorpresa? Ni tapado ni gallo.

A la velocidad del rayo los magistrados oficialistas de la Sala Constitucional de la CSJ fallaron un recurso de amparo a favor del presidente Daniel Ortega y 109 alcaldes sandinistas y ordenan al Consejo Supremo Electoral (CSE) que permita a Ortega ser candidato presidencial en las elecciones del 2011.

El recurso ante el cual el consejo electoral se declaró incompetente, fue presentado el lunes en el Tribunal y el mismo día, seguro que los diligentes magistrados aprendieron en las aulas que "justicia tardía no es justicia", y de inmediato dieron a conocer el fallo. Claro que para ello les jugaron la vuelta a los magistrados independientes y los sustituyeron con suplentes leales a Ortega.

El documento señala que el presidente y los 109 alcaldes sandinistas son "ciudadanos aptos de derechos políticos, constitucionales, electorales, para participar en las contiendas electorales a realizarse en los años 2011 y 2012, en los mismos cargos que ostentan actualmente, como candidatos a Presidente, Vicepresidente, alcaldes y vicealcaldes".

Punto final como lo explicó el presidente de la Sala Constitucional, Francisco Rosales, pues todo fue por "el interés del caso para la Nación". Claro que el togado recurrió a uno de los redactores de la Constitución de la Unión Americana: "(Alexander) Hamilton dice que el Derecho es lo que los jueces dicen que es, así de sencillo. Nosotros hablamos por la boca de la ley, nosotros somos los que decidimos la prioridad de los asuntos. Éste es un asunto prioritario para el país, o ¿no es así? Hay que resolver los problemas políticos".

Las reacciones no se han hecho esperar. Y no es para menos, pues todavía la comunidad internacional recuerda el fraude en las elecciones municipales. Claro que la Organización de Estados Americanos no dijo ni media palabra.

El mismo presidente de la Corte Suprema, Manuel Martínez, calificó de "emboscada" y "completo irrespeto" a la ley el fallo de los magistrados oficialistas que sorpresivamente suspendieron el artículo de la Constitución que prohibía la reelección presidencial sucesiva.

Para el ex presidente Arnoldo Alemán, que comió en el mismo plato con los sandinistas y les entregó su caudal político, la sentencia "amañada" es muestra del inicio de la dictadura, y que por fin el presidente Ortega "se quitó la careta, ante su angustia, su desesperación" de no poder conseguir los 56 votos para reformar la Constitución.

¿Alguna semejanza con acontecimientos ocurridos o que iban a suceder en Honduras? La presión por imponer magistrados en la Corte Suprema de Justicia buscaba desarrollar el mismo guión del escenario nica: El Poder Judicial al servicio de un proyecto político y de una persona.

Otro conflicto en el istmo, aunque la situación en el vecino país será calificada de "asunto interno" en el que la comunidad hemisférica no se mete por respeto a la soberanía y, decimos nosotros, por temor a quien habla más alto, es más bravucón y amenaza. ¿No es cierto?

(La Prensa/San Pedro Sula, Honduras)

Quien calla otorga

El país se paraliza - y el presidente calla. La población cae presa del miedo - y la ausencia del gobierno convierte el miedo en desesperación. Por todas partes corren rumores sobre un supuesto toque de queda ‘decretado’ por las maras; la gente está confundida y angustiada; comercios y universidades cierran sus operaciones – y el presidente de la República, en vez de salir al aire con un mensaje claro, suspende la conferencia de prensa que tenía programada para hablar de Seguridad Pública para este lunes.

Por primera vez, extraño una cadena nacional.

Este lunes el presidente hubiera tenido que aparecer en cadena nacional golpeando la mesa. Dando a la población un mensaje de confianza. Hubiera tenido que dejar claro que el gobierno no permite que el país se paralice por el miedo a las maras; que el gobierno no permite que bandas de delincuentes decreten toques de queda e impuestos; y que todos -¡todos!- los recursos del Estada serán movilizados para garantizar el libre movimiento de la población en todo el territorio nacional. Todos quiere decir: incluyendo la Fuerza Armada.

Una cosa es la discusión complicada sobre el rol de la Fuerza Armada y sobre el concepto global de la lucha antidelincuencal - y otra cosa es un momento de emergencia, como lo tuvimos anoche, donde hay que interrumpir las discusiones, hablar claro, y actuar.

Un presidente que en una situación como esta no habla, otorga. Otorga autoridad al crimen organizado. Otorga autoridad a los cabecillas de las pandillas. Otorga control territorial a la las maras.

En vez de hablar, el presidente mandó al comisionado Mauricio Ramírez Landaverde a dar la cara por el gobierno. Pero esto es un asunto de gobierno, un asunto político, un asunto del Estado, no es un asunto policial. ¿Qué iba a decir un policia, si su presidente y su ministro de Seguridad no dan la cara y no toman decisiones?

Vamos a seguir discutiendo cómo aprovechar las capacidades de la Fuerza Armada para recuperar el control del Estado sobre todo su territorio, y su capacidad de garantizar seguridad a toda su ciudadanía. Pero anoche hubo la necesidad de ver tanquetas en el Boulevard del Ejército y tropas dentro de las colonias controladas por mareros.

Vamos a seguir en buen rato debatiendo -a lo mejor peleando- hasta que tengamos un plan integral de Seguridad que podamos apoyar e implementar todos: gobierno, ciudadanía y empresa privada. Pero anoche todos hubiéramos apoyado al presidente si hubiera anunciado medidas concretas e inmediatas para evitar que las maras nos ganen la moral.

El silencio fue la peor manera de reaccionar.

(El Diario de Hoy)

Nobel a Obama: un premio merecido

El premio Nobel de la Paz otorgado al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene importantes significados dentro y fuera de los Estados Unidos de América. Adentro, es una sonora cachetada a la creciente campaña de odio, mentira y maledicencia orquestada contra Obama por la extrema derecha norteamericana y encabezada por demagogos televisivos como Rush Limbaugh.

Un grupo extremista ha pedido el asesinato del presidente Obama. Otros, más comedidos, han alegado que Obama no nació en Estados Unidos, y que su padre es de Kenia, ofuscando el hecho de que Obama nació en Hawai, que su madre es de Kansas y que la nacionalidad la otorga el lugar de nacimiento.

Semejantes mezquindades son magnificadas por insensateces ideológicas: Obama es un racista a la inversa, odia a la raza blanca y obligaría a los blancos a sentarse en la última fila de los autobuses. Y más: Obama es "socialista" porque quiere abrir la seguridad médica a quienes no la tienen (como sucede en casi toda Europa). El elogio de Gordon Brown al sistema público de salud en Inglaterra prueba, sin duda, que el primer ministro inglés es un rojillo peligroso.

Sobra decir que estos ataques no son gratuitos. Explotan la vieja disputa entre la federación y los Estados, el "elitismo" y el "populismo", Hamilton y Jefferson, pero le añaden un elemento perverso de calumnia, maledicencia y, ya se ve, racismo que no osa decir su nombre.

Sólo que, además del hecho político interno de deslegitimizar a los críticos de mala fe (los de buena fe son bienvenidos), el Nobel a Obama tiene un efecto internacional mayúsculo. ¿Por qué se premia a Obama, señalan algunas objeciones, a sólo nueve meses de su inauguración cuando aún faltan más de tres años de su presidencia?

La respuesta es que, en menos de 300 días, Barack Obama ha transformado el escenario internacional a favor de la paz y la diplomacia.

En vez de atacar primero, en nombre de la atroz doctrina del "ataque preventivo" -proclamada y aplicada por George Bush hijo, Cheney y Rumsfeld-, Obama le ha dado prioridad al diálogo y a la negociación. Si éstos fracasan, no será por culpa de Estados Unidos, sino, en su caso, de Irán, Corea del Norte, Siria, Israel o Palestina.

En su discurso de El Cairo, Barack Obama abrió las puertas cerradas del diálogo con el mundo árabe. A Palestina e Israel les ha instado a negociar seriamente, cumplir los tratados vigentes y proponer políticas de progreso para un nuevo tiempo. Ha aislado a Netanyahu y su pretensión nuclear contra Irán.

Pero a Irán le ha ofrecido negociar el tema, al tiempo que critica la política represiva interna de Ahmadinejad y al ayatolá Jamenei, aliándose de hecho con la sociedad democrática emergente de Irán, país destinado a ser la gran potencia del Oriente Medio.

A Irak, Obama le ha dado manos libres para organizarse internamente y llegar a un acuerdo nacional entre chiítas, suníes y kurdos.

Y en Afganistán, al momento de escribir este artículo, se discute la política a seguir entre dos tendencias: la militar del general McChrystal o la del vicepresidente Biden.

En el centro del debate, el presidente Obama y el secretario de la Defensa, Gates, optarán por una solución. Acaso no la mejor, aunque no hay solución mejor cuando el enemigo, el talibán, es una guerrilla invisible, el Gobierno central un espejismo corrupto, la realidad política la de un confeti de caciques y el peligro de la creciente presencia del talibán en el vecino Pakistán.

La política europea de Obama, por otro lado, respeta a los Gobiernos en el poder, no le concede privilegios indebidos a los países vecinos de Rusia (Polonia, Chequia), pero le hace saber a Moscú que la Guerra Fría terminó y que todos los temas están sobre el tapete para una nueva política de convivencia sin debilidades.

El gran problema es China y su poderosa paradoja: la economía emergente más poderosa y el régimen político más autoritario. Sospecho que ante Pekín sólo una política es posible: tratar con el actual Gobierno y respetar la inevitable evolución de China hacia un régimen más democrático, más acorde con la realidad de la economía y la sociedad modernas de un país con milenios de historia sobre las espaldas.

Enumero toda una serie de realidades que aún no encuentran solución final, ni la encontrarán, sospecho, jamás, porque son parte de un mundo en evolución constante. Esto es lo que Obama ha entendido. En vez de aplicarle al mundo un cancel de fierro concebido por y para una sola nación, Estados Unidos de América, Obama admite la diversidad política, económica y cultural de los demás y ofrece tratar con ella, dialogar y negociar en vez de dictar e invadir.

¿No es éste un cambio fundamental de las relaciones exteriores? ¿Y no merece su iniciador, Barack Obama, un premio por lo ya logrado que es también un incentivo para lo que aún falta?

Nota. Los enemigos de Obama lo atacaron porque fue a Copenhague y no obtuvo los Juegos Olímpicos para Chicago. ¿Lo elogiarán porque, en cambio, irá a Oslo a recibir el Premio Nobel?

(El País, Madrid)

martes, 20 de octubre de 2009

Carta a una hincha hondureña

Hola, muchacha en azul y blanco:

apareciste la noche de la amarga derrota en casa contra Honduras. El restaurante estaba lleno de gente vestida de azul y blanco. La mitad catrachos, celebrando. La otra guanaca, ahogando su dolor. Unos cantando, los otros callando...

De repente, vos te levantaste y fuiste a la mesa vecina poblada de caras tristes: “Como pueden ver, soy hondureña. Quiero decirles dos cosas: primero, vamos a Sudáfrica para poner en alto a Centroamérica. Segundo, ¡nadie quiere de regreso a Zelaya!”

Con eso, armaste una fiesta de reconciliación, con camisetas azules sin H abrazando camisetas azules con H. Las mesas se confundieron en un sólo molote de azul discutiendo fútbol y política...

No había en todo este gentío quien insultara a alguien por tener o no tener una H en su camiseta azul. Y no había nadie quien defendiera al pobre Zelaya...

Muchacha, no sé cómo lo hiciste, pero provocaste -en tierra ajena y potencialmente hostil- una manifestación de bolos en pro del derecho de los hondureños de deshacerse de Zelaya y de ir al mundial.

Gracias, desconocida, te saluda Paolo Lüers

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Primero demócrata, después de izquierda

El premio Nobel de literatura 1998, José Saramago en El Cuaderno, que es la recopilación de algunas de las participaciones de su blog, se pregunta "¿Dónde está la izquierda?" y para responder recuerda una frase que él mismo pronunció en alguna entrevista para un diario sudamericano: "La izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive".

Confieso que en principio la frase me molestó y me pareció una generalización excesiva. Sin embargo, cuando veo la reacción de algunos militantes y activistas de la izquierda mexicana, la frase me pone a pensar...

La liquidación en México de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, la ineficiente empresa estatal que prestaba el suministro de energía eléctrica en el la ciudad de México y sus zonas aledañas, ha generado varios debates interesantes, y ha colocado a muchos actores en el límite, y ante dilemas y situaciones complejas.

La izquierda mexicana, sin duda, ha llevado la peor parte en este debate. Sencillamente, porque la decisión del Gobierno de derecha, del presidente Felipe Calderón, los ha puesto en aprietos. Los ha colocado ante el dilema: apoyar la medida del Presidente de la República de desaparecer una empresa corrupta, ineficiente, que representa el pasado y con ello un sindicato lleno de abusos y privilegios, o asumir la defensa dogmática, ideológica y tradicional de clase, y apoyar porque sí, a un sindicato por el simple hecho de serlo.

El dilema se manifiesta en los partidos de izquierda, entre los intelectuales y en los medios de comunicación, y ha revivido un puritanismo en algunos simpatizantes y militantes de izquierda, que señalan con gran elocuencia que defender al sindicato es una cuestión de principio.

Pareciera que si se es militante o simpatizante de izquierda, necesariamente se tiene que estar en desacuerdo con una medida que golpea a un sindicato, siempre, cualquiera que éste sea. Aunque dicho sindicato encarne y represente los peores vicios, y evoque los episodios más emblemáticos del autoritarismo del viejo régimen, que todos los demócratas debemos rechazar.

Lea el artículo completo en EL PAÍS

lunes, 19 de octubre de 2009

Obama, ¿presidente negro o presidente progresista?

Nadie se lo ha dicho en público, pero Barack Obama seguramente lo sabe. Afronta un dilema desgarrador, paradójico y, en el fondo, diabólico, que explica las adversidades que lo agobian hoy, dentro y fuera de su país, y que seguramente definirán el destino y el desenlace de su Gobierno. El debate suscitado en Estados Unidos por su premio Nobel de la Paz -emblemático y basado en esperanzas futuras, más que en realizaciones pasadas- lo comprueba sin ambages, al mostrar cómo lo que debiera ser motivo de orgullo para un país entero se vuelve objeto de controversia.

Obama puede ser un gran presidente progresista, o un gran presidente negro; pero no puede ser ambos...

Lea el artículo completo en El País

domingo, 18 de octubre de 2009

Recuerdos de una noche de noviembre

Pudimos ver en directo cómo el caballo de la historia galopaba desbocado, sin jinete. Miles de ciudadanos, armados con picos, palas, martillos o con las manos de su rabia contenida, de su desesperación ante un horizonte cerrado y represivo, derribaban el muro. Era el más simbólico, entre tantos habidos y por haber, el lugar de peregrinación de líderes occidentales, como Kennedy, cuando W. Brandt era alcalde de la parte occidental de aquel Berlín fracturado. Sentí la emoción del momento y la sorpresa, como todos –incluidos los que afirman que lo habían previsto–. Antes de cerrar la noche llamé a Kohl y a Brandt, los dos amigos más representativos para mí de aquella Alemania que había llegado a conocer a través de ellos. Tenía muchos más amigos, casi todos de la generación que había vivido la experiencia de la guerra y la posterior división de Alemania, el prototipo de la separación del mundo en dos bloques ideológicos antagónicos. Los dos políticos, el canciller y el ex canciller, el democristiano y el socialdemócrata, habían pesado especialmente en mi trayectoria como político y como gobernante.No sabía bien qué decirles, más allá de expresarles solidaridad y mostrarles mi convicción sobre el carácter irreversible del acontecimiento que estábamos viviendo para la unificación de Alemania y para el resto de Europa y el mundo. Aunque no sea frecuente en la tarea política, he tenido la suerte de traspasar esa frontera para compartir relaciones de amistad con los dirigentes alemanes. Brandt murió pocos años después y asistí a su funeral en el Reichstag, edificio histórico de la parte oriental de Berlín. Tuve el doloroso honor de hablar en nombre de sus muchos amigos de todo el mundo para despedirlo. Fueron cinco minutos, sin referencias políticas, ni siquiera a aquella noche de noviembre que cambió la historia para todos, alemanes, europeos y ciudadanos del mundo. Hablé más desde el corazón que desde la razón, era el amigo que se había ido. Me recordaban que era la primera vez que tomaba la palabra un extranjero en esa tribuna, recuperada para la representación democrática y con tanto poder simbólico.Helmut Kohl siguió siendo canciller casi una década más. Condujo la unificación con arrojo, asumiendo riesgos en los que había mucha más determinación que cálculo. A lo largo de los años repetía una frase que muchos conocen cuando se refería a mí: “Puedo contar con los dedos de una mano –¡y me sobran dedos!– cuántos dirigentes me llamaron esa noche para ponerse a nuestro lado”. Nunca dejó claro el número de los dedos que le sobraban en aquella mano con la que evocaba la noche de la caída del muro. Él y yo lo sabemos, pero a pesar del tiempo transcurrido sigue quedando en el aire el misterio. La galopada del caballo desbocado y sin control era peligrosa para todos. Por eso apoyé y admiré la decisión de los dirigentes que, como Kohl o Brandt, decidieron que había que cabalgarlo y conducirlo, más allá de las desconfianzas y resistencias de muchos de los socios europeos e internacionales y de no pocos de los representantes políticos de la República Federal. Como el pasado es con frecuencia tan imprevisible como el futuro, hoy, 20 años después, nadie se apunta a la lista de los que estuvieron en contra de la unificación…, ¡pero lo estuvieron! Y a la mano de Kohl le siguen sobrando dedos. Ahora, como entonces, estas palabras son de solidaridad y respeto con el hombre que quería una Alemania europea, no una Europa alemana.

(El Pais Semanal)

El viaje de la historia: Berlín año 20

Un escritor vive en una ciudad extranjera, escribe lo que le pasa, lo que ve, lo que lee. Un concierto de Maurizio Kagel, un paseo por los jardines del Charlottenburg, una visita a Lübars, que por aquel entonces todavía estaba justo dentro del muro. Todo normal, salvo que Berlín no era una ciudad normal, y para alguien que viviera allí en aquel movido año de 1989 nunca podrá serlo. No consigo borrarlo de mi memoria: la doble línea divisoria, entre los dos sistemas políticos, entre las dos épocas. Desde las ventanas del hotel Esplanade, mucho antes de 1989, había visto el espacio escueto y nevado de la Potsdamer Platz, con la obscena tumefacción del búnker del Führer en la lejanía y, en primer plano, esas filas tan gráficas de los caballos de Frisia, pedazos oscuros de metal apuntando al cielo en diagonal, diseñados para impedir cualquier intento de fuga....

Ver el artículo completo de El País Semanal

Es hora de audacia

El próximo lunes el presidente de la República al fin anunciará de qué forma ha decidido emplear la Fuerza Armada en el combate a la delincuencia.

Que bueno. Felicidades. Como escribe hoy (ayer) Joaquín Samayoa en este espacio observador, “el país no puede darse el lujo de no aprovechar los recursos de la Fuerza Armada para el combate contra la delincuencia.”

Es un paso importante. Ojalá que no sea un paso en falso o al vacío. Ojalá que lo que anuncie el presidente el lunes sea al fin un plan integral de combate a la violencia, las pandillas y el crimen organizado.

Sin que el gobierno haya diseñado una estrategia para el combate al crimen organizado y pandillero, que incluya un sistema carcelario seguro, fuera del control de las maras, una recomposición radical del gabinete de seguridad y una efectiva focalización de las fuerzas policiales, no tiene ningún sentido meter en este negocio a la Fuerza Armada.

Cualquiera que quiere poner a miles de efectivos del ejército y otros recursos de la Fuerza Armada bajo el mando de las actuales autoridades de seguridad y en función de un plan improvisado, está atentando contra la Seguridad pública - y contra las Fuerzas Armadas.

Sería como tratar de llenar un saco roto. Si el problema de este gabinete de Seguridad es que no tiene ni liderazgo ni tiene plan, ¿cómo darles adicionalmente el mando sobre la mitad del ejército?
Estoy de acuerdo: Hay que pensar en cómo emplear la Fuerza Armada en el combate a las pandillas y al crimen organizado. Pero en serio. No para aumentar las patrullas conjuntas que no resuelven nada. Eso sería más de lo mismo que no sirve.

Si metemos a la Fuerza Armada, metamos a la Fuerza Armada como institución, con su capacidad operacional y de inteligencia, no prestándole soldaditos al ministro de Seguridad. El verdadero potencial de la Fuerza Armada no reside en su capacidad de prestar hombres para el patrullaje, sino en sus unidades de inteligencia. El potencial de la institución militar reside en su capacidad operacional de ocupar y mantener bajo control permanente los territorios que actualmente están fuera del control estatal y cuya población de hecho está obligada a reconocer a las maras como autoridad real. Nuestra policía no está diseñada para esta tarea. Incursiona y se retira. El ejército está diseñado para ocupar y controlar.

El aporte potencial de la Fuerza Armada incluye otras medidas que hasta ahora nadie ha discutido en público: por ejemplo, tomar control de las cárceles y establecer en ellas un régimen de seguridad y disciplina, donde nadie puede seguir delinquiendo, donde las pandillas pierden el poder y control sobre sus integrantes, y donde la pena se vuelva a percibir como castigo y como medida persuasiva.

Pero ojo: Para meter la Fuerza Armada, hay que tener visión - y coraje. Requiere que el presidente tenga la audacia de declarar al país en estado de emergencia y de decretar que la Fuerza Armada temporalmente opere en coordinación con la PNC.

El problema: ¿Bajo el mando de quién? No puede ser bajo el mando del ministro Manuel Melgar y los actuales directores de la PNC. No pueden con la policía, ¿cómo darles adicionalmente control de recursos y tropas militares? Primero de todo, el presidente tiene que reestructurar su gabinete en el área seguridad, y esto incluye a las personalidades que equivocadamente ha puesto a dirigir instituciones tan sensibles como el sistema carcelario, el Consejo Nacional de Seguridad Pública y la academia policial.

Para que su decisión de comprometer a la Fuerza Armada en el combate a la delincuencia sea eficiente, el presidente de la República tiene que definir con precisión y transparencia las nuevas competencias del alto mando militar para que este, bajo la supervisión del presidente, dirija a su personal y sus recursos en todas las operaciones de la Fuerza Armada en el marco de Seguridad. En coordinación con el ministerio y la dirección de la PNC, pero supeditados a su conducción.

Sería una decisión seria, con consecuencias serias. Una decisión que requiere la declaración oficial de un estado de emergencia, y la implementación de mecanismos de control parlamentario que esto significa. Yo agregaría aun más: Requiere, para tener éxito, un acuerdo nacional entre todos los partidos. Si el presidente plantea la propuesta así, no habrá partido que le niegue el apoyo. Pero eso sí, van a querer ver un plan y gente idónea para ejecutarlo.

(El Diario de Hoy)